En este blog reflexiono sobre las condiciones necesarias para que las plantas de beneficio puedan abastecerse responsablemente de minerales en bruto de mineros artesanales y de pequeña escala (MAPE). Generalmente, en este modelo de negocio los propietarios de las plantas también poseen títulos mineros o concesiones, pero externalizan la fase de minería/extracción, desvinculándose así legalmente de los mineros. Estos mineros asumen los mayores riesgos de seguridad y salud ocupacional al realizar trabajos subterráneos, pero, en la práctica, trabajan como subcontratistas sin beneficios laborales y escasa supervisión. Al no tener control sobre la fase de minería/extracción del mineral, las plantas enfrentan dificultades para influir en las condiciones de seguridad y salud ocupacional de los mineros, así como para evitar la infiltración de minerales ilegales de sitios mineros no reportados. Para hacer realidad la promesa de valor ambiental y económico derivada de la venta del mineral, las plantas necesitan un sistema de gestión especializado para ejercer influencia en la cadena de suministro, complementado por mecanismos de monitoreo y aseguramiento independiente vinculados a entrenamiento e incentivos.  

Las plantas de procesamiento, también conocidas como plantas de beneficio, son actores clave en algunas cadenas de suministro de minerales la MAPE. Como agregadores y exportadores, a menudo desempeñan el papel de enlace entre el lugar donde se produce el oro y el lugar donde se refina y se utiliza. Las plantas no solo actúan como los primeros agregadores de mineral en la cadena, sino que, cada vez más, han venido asumiendo el rol de titulares de concesiones mineras. Las más sofisticadas poseen instalaciones industriales para procesar los minerales con procesos de lixiviación y/o flotación. En Ecuador, al menos 171 plantas de procesamiento acopian el mineral extraído por asociaciones de mineros artesanales y por organizaciones de pequeña escala que extraen minerales de los distritos mineros de Zaruma-Portovelo, Chinapintza, Nambija, Camilo Ponce Enriquez y Cordillera del Cóndor. En Perú es más dificil estimar la cantidad de plantas porque suelen estar registradas oficialmente como empresas mineras, aunque he escuchado en el terreno sobre la existencia de al menos 88 de escala más industrial en comparación con las plantas que encuentran en Ecuador. 

Las plantas prometen a los mineros artesanales un modelo de negocio tanto ambiental como financieramente atractivo, al ofrecer un procesamiento libre de mercurio que, a su vez, podría aumentar los ingresos de los mineros gracias a una mayor eficiencia en la recuperación del mineral. Algunos estudios afirman que los mineros artesanales podrían recuperar hasta el 90% del oro contenido en su mineral bruto, comparado con solo 30% que obtienen mediante la amalgamación con mercurio. Sin embargo, el excedente sería compartido entre la planta y los mineros. En lugar de procesar el mineral los mineros mismos, ellos podrían vender mineral en bruto a las plantas a una mayor rentabilidad, permitiendo a los mineros dedicarse a la extracción y a los procesadores al procesamiento. Esta narrativa ha llamado la atención de  académicos e iniciativas de mercado y de certificación interesadas en escalar la oferta de oro de la MAPE declarado como responsable.  

La idea de etiquetar el oro de las plantas de procesamiento como oro de minería responsable no deja de ser controvertida. Aunque algunas plantas tienen relaciones de compra exclusivas con los mineros y son titulares de las concesiones, a menudo se desvinculan contractualmente de los riesgos de las labores subterráneas, optando en su lugar por enfoques que exigen que los mineros presenten documentación de cumplimiento cuando entregan el mineral a la planta. Este enfoque permite a las plantas evadir la responsabilidad sobre estos trabajadores, a pesar que muchos de ellos efectivamente trabajen como empleados para empresas que pueden tener los mismos propietarios que las plantas. Aunque esta práctica es legal en muchos países del sur global, contraviene la Convención 176 de la OIT, que establece que los empleados de contratistas o subcontratistas deben recibir un trato igualitario al de los empleados directos. En este contexto, los verdaderos mineros, que vendrían siendo los subcontratistas de las plantas, quedan completamente invisibilizados, así como sus condiciones laborales, aseguramiento médico y derechos laborales.  

A pesar de todo esto, el interés de la cooperación internacional en promover el modelo de negocio de las plantas también ha ido en aumento. Pues promete una posible vía para cumplir con los compromisos del Convenio de Minamata, que podría ser impulsada con los incentivos económicos derivados de un proceso de recuperación más eficiente. Desde la perspectiva del diseño de políticas públicas para la MAPE, los incentivos económicos han demostrado ser efectivos para influir en las decisiones de los mineros artesanales. La certificación Fairmined es un ejemplo vivo de que algunos mineros están dispuestos a cumplir con planes de mejora y auditorías, si eso los conduce a mercados justos con mejores precios y primas para inversión comunitaria.  

Ahora bien, conseguir que los mineros artesanales vendan su mineral a las plantas no va a depender únicamente de incentivos económicos. Los conflictos sociales entre los proveedores de minerales y las plantas han deteriorado la confianza mútua, y limitan la capacidad de los incentivos económicos para fomentar relaciones comerciales armoniosas. Durante las misiones de campo que he llevado a cabo los últimos tres años en Perú, Colombia y Ecuador, he sido testigos de una serie de situaciones que van desde estafas y falta de transparencia en la estimación y pago del contenido metalúrgico, hasta el uso de acuerdos verbales que mantienen a los artesanales en la informalidad para limitar el libre mercado. También he escuchado relatos sobre confrontaciones violentas por el acceso a los yacimientos mineros y obstrucciones en las vías que impiden el acceso al agua y dificultan el libre transporte del mineral.  

Con esto, no estamos sugiriendo que la suerte ya está echada ni que sea imposible fomentar relaciones armoniosas y justas entre mineros artesanales y plantas de procesamiento. Más bien, las futuras intervenciones deberían adoptar un enfoque más holístico, que considere el contexto social y la situación de derechos humanos en el área de influencia de las plantas de procesamiento, si se pretende lograr los resultados esperados en el cambio de comportamiento de los mineros respecto a la decisión de dónde procesar el mineral. A continuación, proponemos cuatro condiciones que deben cumplirse para que las iniciativas de abastecimiento responsable puedan declarar como responsable el mineral de la MAPE procesado por las plantas de beneficio. Dependiendo de cada contexto, algunas de estas condiciones podrían tener mayor prioridad, mientras que otras podrían ser menos relevantes.  

1. Asociación y formalización de los mineros artesanales que operan dentro de las concesiones mineras tituladas por las plantas. 

La asociación y formalización de los mineros artesanales que operan dentro de las concesiones mineras tituladas por las plantas son aspectos clave para el éxito de este modelo. La asociatividad es fundamental para que los mineros puedan acumular los volúmenes mínimos de mineral necesarios para un procesamiento eficiente en planta y para distribuir los costos de legalización y cumplimiento con estándares voluntarios.   

La formalización, por su parte, otorga a los mineros la libertad de facturar y decidir dónde procesar su mineral, al tiempo que obliga al titular de la concesión a asumir su parte de responsabilidad en la implementación y supervisión de estándares ambientales y de seguridad y salud ocupacional en el lugar de trabajo. Al formalizarse, se reconocerían las áreas y los mineros autorizados para realizar actividades mineras, quienes podrían convertirse en aliados estratégicos para prevenir la invasión de forasteros atraídos por las fiebres mineras. 

2. Firma de acuerdos de comercialización que estandaricen los términos para  la valoración del mineral y establezcan mecanismos para la resolución de controversias 

La firma de acuerdos de comercialización es esencial para estandarizar los términos de valoración del mineral y establecer mecanismos efectivos para la resolución de controversias. Estos acuerdos deben incluir requisitos de debida diligencia para la venta del mineral, con el fin de reducir el riesgo de filtración de minería ilegal. Además, es fundamental establecer reglas estandarizadas para la valoración y pago del mineral, garantizando así que los mineros con menos educación y experiencia no sean estafados. 

Los acuerdos también deben contener un protocolo que defina las técnicas de muestreo y análisis del mineral, así como laboratorios metalúrgicos reconocidos por ambas partes, incluyendo laboratorios certificados a los que se pueda acudir en caso de controversias. Asimismo, es importante especificar los lugares de acopio y recolección del mineral, así como los transportistas autorizados para trasladar el mineral desde la mina hasta la planta. Con la implementación de estos acuerdos de comercialización, se puede asegurar que el valor económico derivado de una mayor eficacia en el procesamiento de la planta se transfiera, al menos parcialmente, a los mineros artesanales, promoviendo así una relación más justa y equitativa entre las partes involucradas.  

En resumen, sugiero que, para que este modelo sea justo, las plantas deberán tener tablas de pago transparentes que detallen cómo utilizarán las pruebas metalúrgicas (y/o la recuperación real) para pagar a los mineros. En nuestra experiencia, esta no es la práctica estándar en el sector, ya que las plantas suelen aprovechar la incertidumbre sobre los términos de pago para negociar acuerdos más favorables con los grupos más vulnerables. 

3. Capacitación y entrenamiento en técnicas de muestreo y pruebas metalúrgicas adecuadas para cada tipo de mineral 

Para convertirse en consumidores informados de los resultados de pruebas metalúrgicas, es esencial que los mineros reciban capacitación para que puedan comprender estos resultados. Esta capacitación podría resaltar qué técnicas de muestreo y pruebas metalúrgicas son apropiadas para cada tipo de mineral. Aunque los mineros han desarrollado sus propios métodos para estimar el valor económico de su mineral, como el bateo para observar la pinta del mineral, es necesario armonizar estas prácticas con las técnicas industriales más avanzadas utilizadas por las plantas, que incluyen tanto el bateo como los ensayos metalúrgicos. Además, la falta de conocimiento sobre los métodos adecuados para la valoración de minerales, según su tipo (por ejemplo, óxidos o sulfuros, gruesos o finos, libres o encapsulados), genera incertidumbre y erosiona la confianza en los laboratorios. 

Por esta razón, la capacitación no debe limitarse a explicaciones teóricas, sino que debe adoptar un enfoque basado en entrenamiento práctico y en el método de prueba y error. Esto permitirá a los mineros experimentar y aprender de manera directa cómo funcionan las técnicas de muestreo y las pruebas metalúrgicas, fortaleciendo sus habilidades y aumentando su confianza en el proceso de valoración de minerales. Destacamos que este tipo de capacitación probablemente será costosa para los mineros y probablemente requerirá el apoyo del Estado o de terceros, así como la participación de capacitadores expertos para alcanzar adecuadamente a los grupos de mineros. Sin embargo, aumentar el conocimiento de los mineros sobre el contenido mineral de sus minerales (y la interpretación de los resultados de pruebas metalúrgicas) es probablemente esencial para crear modelos justos y a gran escala de venta de mineral: las plantas y los mineros deben usar un lenguaje común y negociar sobre términos que ambas partes comprendan; sin la educación de los mineros en esta área, es difícil imaginar que esto sea posible. 

4. Implementación de sistemas de monitoreo y aseguramiento basados en incentivos que fomenten el cumplimiento de planes de mejora progresivos 

La implementación de sistemas de monitoreo y aseguramiento basados en incentivos es crucial para fomentar el cumplimiento de planes de mejora progresivos en el sector de la minería artesanal. Al adquirir minerales de múltiples proveedores, las plantas enfrentan un aumento en los riesgos de infiltración de minerales ilegales. Por ello, es fundamental que los sitios de producción se mantengan bajo un monitoreo continuo, complementado con visitas aleatorias de inspección para asegurar la transparencia y la legalidad en la cadena de suministro. 

Dado que los mineros artesanales a menudo están rezagados en el cumplimiento de estándares y regulaciones, las plantas deben realizar evaluaciones periódicas y establecer compromisos claros para la implementación de planes de mejora. En lugar de adoptar un enfoque punitivo por el incumplimiento, sería más beneficioso premiar el progreso, lo que también podría ser percibido como más justo por los actores más vulnerables en la cadena de suministro. 

Además, es importante transitar de criterios de entrada altos a criterios comprensibles y alcanzables, acompañados de planes de mejora que se monitoreen continuamente. Estos planes deben incluir alarmas claras que adviertan sobre la posible desvinculación comercial en caso de incumplimiento, lo que incentivará a los mineros a mejorar sus prácticas y a alinearse con los estándares requeridos. 

5. El Cambio de Comportamiento requerirá el apoyo de múltiples partes interesadas e incentivos adicionales 

Estos cambios podrían elevar los estándares de trabajo y transparencia en el sector, potencialmente beneficiando a los mineros y haciendo que los productos de las plantas sean más atractivos para mercados éticos de alto valor. Sin embargo, estos cambios pueden ser costosos y difíciles de implementar. Hacemos un llamado a los gobiernos locales y a la comunidad internacional para que 1) apoyen al sector en la implementación de estos cambios, recompensando las mejoras positivas de mineros y plantas; 2) conecten a las plantas y grupos mineros con ONG y agencias que puedan ayudarles a realizar estos cambios; 3) refuercen la regulación para sancionar a las plantas que se benefician de los desequilibrios de poder y que no tienen interés en hacer cambios; y 4) documenten los esfuerzos realizados para que la comunidad global pueda aprender tanto de los éxitos como de los fracasos. La academia puede desempeñar un papel importante ayudando a documentar qué intervenciones logran los resultados deseados y en qué condiciones. Finalmente, para que estos cambios generen un circulo virtuoso de mejora, debemos trabajar juntos para crear certificaciones a mayor escala que recompensen sustancialmente con precios más altos a los actores que crean sistemas equitativos. 

En conclusión…

Aunque las plantas de procesamiento podrían desempeñar un papel estratégico en la consecución de los compromisos globales para la reducción del mercurio, aún no he visto un diseño de política que aborde el problema de manera integral, uniendo todas las piezas del rompecabezas que mencionamos aquí. La explicación simplista de que los mineros no venden su mineral a las plantas debido a la ignorancia sobre mejores métodos de recuperación y a la desconfianza se ha vuelto repetitiva. Basándome en lo que he percibido en el campo, creo que esta explicación es en gran medida incorrecta; aunque esto puede ser cierto para algunos segmentos más artesanales de la MAPE, las razones son mucho más complejas al considerar el panorama completo. Están relacionadas con las restricciones al libre mercado, la débil asociatividad, falta de claridad y definición en los contratos, así como con un notable vacío en la definición de mecanismos de arbitraje que permitan una valoración objetiva del mineral y su precio. Aun mucho camino por recorrer, pero espero que iterar sobre las recomendaciones que proporciono arriba nos ayude a dar un paso en la dirección correcta hacia una MAPE más equitativa y responsable con quienes ingresan a las minas y arriesgan sus vidas. 

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