Una historia de las mineras

La Alianza por la Minería Responsable (ARM) y el MIT D-Lab en Massachusetts Institute of Technology (Instituto de Tecnología de Massachusetts) lanzaron en junio de 2020 el proyecto Entornos Resilientes, Inclusivos y Sostenibles: la violencia de género en el medio ambiente” (RISE, por sus siglas en inglés).

 

Créditos fotografía: ARM – Grupos de discusión en Bajo Cauca y Andes

Desde ese momento, hemos realizado encuestas, entrevistas exhaustivas y grupos de discusión con 25 mujeres mineras en dos regiones de Antioquia, Colombia, con el propósito de entender sus experiencias con la violencia de género (VG), y como la VG está frecuentemente asociada con la degradación ambiental y la destrucción ecológica en las comunidades donde ellas viven.

El texto a continuación resalta a una de las mujeres mineras que vive y trabaja en la región de Andes, en Antioquia (Colombia). Su testimonio muestra muchos de los aspectos de las mujeres mineras sobre los que ARM y MIT D-Lab han aprendido en las últimas cuatro semanas mientras recolectábamos datos para tener la información de un programa que estamos implementando para crear asociaciones de mujeres mineras.

 

Dina Serna tiene 31 años, es casada y tiene dos hijos, uno de ocho y otro de once. Empezó a trabajar en la minería a pequeña escala cuando tenía 26. Hoy en día, Dina trabaja como “barequera,” un tipo de minera artesanal en la que se busca el oro que llega a los depósitos aluviales como arroyos o bancos de ríos, usando una bandeja y técnicas manuales artesanales para extraerlo. Dina nos contó sobre su vida, su forma de pensar y sus percepciones, las cuales fueron un eco de muchas de las declaraciones expresadas en los grupos de discusión.   

Vida diaria de las mineras – Días largos y de mucho trabajo

El día empieza temprano para las mujeres mineras. Normalmente se despiertan antes del amanecer para cocinar y preparar el desayuno para sus esposos, sus hijos y ellas mismas. Además de trabajar como “barequeras,” se espera que las mujeres mineras se hagan cargo de las actividades del hogar.
 

Dina deja los niños en el colegio o con su mamá cuando se va para el trabajo. Gracias a que éste no es de tiempo completo, puede salir de la casa a las 10 a.m. y regresar alrededor de las 6 p.m., justo a tiempo para preparar la cena. Cuando las mujeres llegan a casa después de trabajar, normalmente descansan un rato antes de “atender la casa,” como dicen ellas.

El trabajo que las mujeres hacen es físicamente agotador. Además, la mayoría de ellas caminan de dos a tres horas hasta los lugares donde trabajan. Dina dice claramente: “estoy sufriendo de mis rodillas.”

Dina, así como muchas de las mujeres en el grupo de discusión, mencionó que no hay baños en los lugares en los que trabajan. Las mujeres decían que cuando tienen su período menstrual – y con él los cólicos, o lo cambios hormonales – es bastante difícil. Dina también dice, “aquí no hay baños para limpiar la zona íntima o cambiarse la ropa cuando se moja por el agua.”

Dina nos dijo: “Educar el cuerpo o hacer tus necesidades detrás de un arbusto son las únicas opciones.”

Seguridad y condiciones de trabajo

Normalmente las mujeres van al trabajo con los hombres. No tanto por la compañía sino por razones de seguridad. Si van solas, es más posible que algo les pueda pasar.

Dina explica, “Yo no me siento segura porque los hombres creen que las mujeres somos iguales y ellos van muy lejos, sobre todo lo que fuman marihuana.”  

Ella continúa diciendo, “Cuando estoy con mi esposo me siento más segura, de todas formas, me molestan incluso frente a él.”

Hay una diferencia entre Dina y otras mineras. Ella y su esposo son cristianos. Eso no es algo común y ella lo sabe. Dice que su esposo la apoya e incluso le dice que no trabaje tan duro, si le es posible. Hay otros casos en los que los esposos son menos colaboradores y en vez de eso menosprecian a sus esposas o incluso son violentos.

“Cambiando el oro – únicamente juntos”

Cuando llega el momento de vender el oro, las mineras prefieren ir con sus esposos o un amigo hombre. Ya sea en Andes o en Bajo Cauca, las mujeres están de acuerdo en que es mucho más fácil conseguir un buen precio si es un hombre el que hace la negociación. Como Dina está casada, su esposo se encarga de vender el oro.

Ir con un hombre también reduce el riesgo de ser robadas – no sólo para Dina, sino para todas las mujeres con las que hablamos. El dinero que se obtiene por la venta del oro es principalmente para comprar comida; ahorrar no es en lo que más piensan las mujeres.

     Créditos fotografía: ARM – Mineras trabajando

Violencia y desequilibrio

La violencia intrafamiliar y en el trabajo se consideran normales y nada nuevo. Debido al trabajo duro que requiere la minería, estas mujeres son fuertes física y mentalmente. Aun así, más de una vez se oye alguna frase de resignación como “El hombre es hombre.

Dina nos cuenta que los hombres pueden ser muy abusivos. También nos dice que hay esposos que golpean a sus esposas cuando les piden dinero para los gastos de la casa. Incluso, si hablan de este tipo de incidentes, las golpean de nuevo por chismosas. Esa es la razón por la cual muchas de éstas mujeres no toman acción alguna., ya que ellas dependen del trabajo y los ingresos que obtienen con él, por lo cual prefieren quedarse calladas en vez de hacer lo contrario. “Eso es jugar con la comida” como ellas dicen.

“Me gusta mi trabajo porque no me gusta tener que depender de nadie. Me gusta tener mis cosas, mis niños y mi casa. A pesar de que es un trabajo tan duro y teniendo en cuenta que las mujeres son más delicadas y hechas para el trabajo en la casa, yo hago lo que quiero.”

Gracias a lo que hemos aprendido en nuestros esfuerzos por recolectar información para ser más conscientes y entender las vidas de las mujeres mineras artesanales y a pequeña escala en Antioquia, Colombia, y gracias al generoso y honesto testimonio de Dina, estamos comprometidos más que nunca con nuestra misión de apoyar las asociaciones de mujeres mineras para mitigar la violencia socioeconómica de género y los desafíos a nivel ambiental en Bajo Cauca y Andes, y para crear un espacio seguro en el que las mujeres mineras tengan la oportunidad de florecer en cada aspecto de sus vidas. 

 

 

 

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