Como parisino, el mes pasado fue para mí una experiencia real de lo que es la vida con sus sentimientos encontrados, tropiezos, luchas y victorias. Hace treinta días nuestras vidas fueron afectadas por los atentados en Bataclan. Nos encontramos con la violencia a la vuelta de la esquina ya que casi todos los parisinos conocíamos a alguien que se encontraba en la sala de concierto o en los restaurantes atacados. Personalmente uno de mis primos y dos de sus amigos fueron los tres sobrevivientes del restaurante Le Petit Cambodge, y uno de nuestros empleados fue alcanzado por fragmentos de metralla mientras asistía al concierto en Bataclan. Afortunadamente, ambos se encuentran bien, aunque bastante afectados.

Estamos sorprendidos y preocupados debido a que los terroristas eran franceses o belgas y originarios del mismo país en que vivimos. ¿Cómo fue que nuestras sociedades crearon una situación como esta? Todos nos vimos afectados, pero la vida debe continuar y la gran mayoría de los parisinos decidimos seguir viviendo normalmente. Como dicen nuestros amigos trasatlánticos: “¡El show debe continuar!”.

Algunos días después, decenas de presidentes y primeros ministros viajaron a París para el lanzamiento de la COP21, donde 195 países tuvieron como objetivo poner un límite al calentamiento global. La organización de la conferencia fue un verdadero reto para el país después del fracaso de Copenhague. Francia decidió ser anfitrión de un evento que, debido a la falta de consenso, nadie quería liderar.

Impulsado por la energía creada en París después del caos y el terror que generaron los ataques, un mes después de la masacre, el presidente de la COP21 anunció a viva voz que se había alcanzado un consenso entre las partes. El optimismo venció al terror y los sentimientos negativos, probando que la voluntad y determinación siempre ganan. Después del caos en París, el mundo indicó, en la misma ciudad, el camino a seguir hacia un mejor planeta.

Podría decirse que lo anterior tiene poco que ver con la realidad de la minería artesanal y de pequeña escala (MAPE) de oro, pero, de hecho, las situaciones son bastante similares. En momentos en que la MAPE de oro es más fuertemente atacada –por temas como sus emisiones de mercurio, su relación con el trabajo infantil, lavado de dinero y financiamiento del conflicto, y la destrucción de biodiversidad que puede traer consigo, etc.– es cuando puede alcanzar lo mejor de sí. Actualmente comunidades MAPE alrededor del mundo están en capacidad de proveer al mercado oro producido bajo estándares de responsabilidad tales que una de las más prestigiosas iniciativas en el mundo, el Premio Nobel de la Paz, ha elegido oro de la MAPE para acuñar sus medallas. Esto proyecta un camino para el sector y prueba al mundo que los mineros artesanales y de pequeña escala son capaces de alcanzar las más altas calidades. El optimismo y la determinación pueden mover montañas, exactamente como sucedió en París las últimas dos semanas.

Habiendo dicho esto, ayer, después de ver la adopción del documento resultante de la COP21, me pregunté a mi mismo si el sector al que he dedicado tanto de mi tiempo en los últimos 20 años, el sector MAPE de oro, era compatible con la Conferencia. ¿Cómo podría ser posible que un sector extractivo que produce un metal sin utilidad esencial o estratégica alguna como el oro (la joyería e inversiones representaron más del 90% de su demanda en 2014) pueda ser compatible con la COP21? En lo que atañe a la extracción industrial, se entiende que un metal que produce 1 tonelada de gases de efecto invernadero por onza, superando más de 32 veces su propio peso, y que genera bajo impacto social (1 kilo de oro industrial provee solo 0,3 puestos de trabajo anualmente[1]), no tiene mucho futuro si los acuerdos de París sobre el cambio climático se convierten en nuestra biblia.

Sin embargo, cuando ese mismo kilogramo de metal amarillo es el medio de subsistencia de 50 familias mineras anualmente, y se convierte en el motor de desarrollo de la zonas rurales en las que se produce, siendo extraído cumpliendo estrictamente con altos estándares de responsabilidad, como los que incluye el sello Fairmined, empiezo a creer que estoy en el lugar correcto cuando aporto para que los pequeños mineros alcancen mercados éticos. ¡Si! La MAPE de oro, dentro del marco de estándares de responsabilidad como la Certificación Fairmined, está alineada con los objetivos de la COP21, gracias a su alcance social y medioambiental.

De esta forma, la MAPE de oro se convierte en una fantástica herramienta de desarrollo sostenible.

Para entender en menos de tres minutos el impacto del oro Fairmined, hacer click aquí. (enlace a video en español)

 


[1]“Responsible gold mining and value distribution” – World Gold Council – October 2013

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