Historias del territorio
Barequeo, una historia de búsqueda de oro y raíces ancestrales contada por Aidalid.

Aidalid Vergara tiene 28 años y es una de las mujeres líderes de la Asociación Agrominera Unida por Mindalá (AGROMIN), ubicada en el municipio de Suarez, Cauca, Colombia. Ella, así como su grupo de 27 asociadas, trabaja en quebradas en torno al embalse La Salvajina, extrayendo oro del lecho de la quebrada con su batea. Esta actividad es el sustento de más de 1400 familias de la región y gracias a la aplicación del código CRAFT creado por la Alianza por la Minería Responsable, mineros y mineras están formalizando su actividad, garantizando un pago justo por su trabajo y un modo de extracción que preserve el medio ambiente.
Hablamos con Aidalid para conocer sus inicios en el barequeo y su visión a futuro como madre y lideresa.
El barequeo ha estado siempre en mi familia. Aprendí viendo a mis padres; ellos son ambos mineros y nos mantuvieron a través de esto. Lo que más recuerdo es ver a mi mamá hacerlo, alistar sus cosas, dedicarse a buscar “pelusitas”, y regresar siempre con sus herramientas organizadas. Cuando crecí comencé a hacerlo y me gustó.
Aidalid recuerda las ocasiones donde iba a ver a su mamá trabajar, la veía mover con su pala el fondo de la quebrada, y buscar rocas que ponía sobre la batea, que movía hasta dejar en el centro los sedimentos de la quebrada donde luego buscaba “pelusitas” (pequeños trozos de oro) que lavaba y separaba delicadamente. Y luego de horas de trabajo, que para Aidalid transcurrían en horas de juego con sus hermanas, su madre limpiaba y recogía sus elementos, el almocafre, sus envases, cuchillo, la pala y la batea y, con un cuidado especial, el oro que encontraba en el día que guardaba anudado en una tela.

¿Qué es ser una mujer minera?
Para mi ser minera significa mucho. Gracias a ese trabajo hemos podido mantenernos con mi familia: mi hijo de 5 años, que es la luz de mi vida, y mi pareja Victor Faber. Gracias a esta labor que es muy hermosa tengo mi independencia. Y la Asociación nos ha dado muchas cosas bonitas.
Aidalid sabe que su trabajo no es fácil, no todos los días se consigue oro. Es una labor que exige mucho físicamente y, además, requiere de paciencia. Ella y las demás asociadas alternan esta actividad con el trabajo en granjas para lograr un ingreso suficiente que les permita sostener a sus familias.
Hemos aprendido mucho al asociarnos y al aplicar el Código CRAFT. Para mí, ser parte de Agromin es una experiencia muy bonita al estar asociadas realmente somos escuchadas y tenemos mayor participación en la comunidad. Además, hemos aprendido a valorar nuestro trabajo y a pensar en nuestro desarrollo como comunidad. Nos han enseñado temas de contabilidad, manejo del dinero y plan de negocios.
Aidalid, así como sus compañeras María Virginia y Milfa, y todas las asociadas, tienen como prioridad asegurar los recursos para la educación y el futuro de sus hijos, y para seguir construyendo su comunidad en torno al bienestar de las nuevas generaciones.

“Queremos darles lo que necesitan día a día, y que disfruten siendo niños”, concluye Aidalid mientras recoge sus herramientas e inicia el camino de regreso a casa con sus compañeras. Entre risas, se dirigen hacia los botes para atravesar La Salvajina mientras comparten anécdotas del día y un refrigerio de arepa y carne. La Asociación es una familia que se nutre de la colaboración, la persistencia y la calidez de sus integrantes.
