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17 de julio de 2010
NOS UNE LA REGIÓN, LA PINTA Y LA RAZA
La explotación no artesanal de oro y platino se realiza con retroexcavadora. Su paso por las laderas y los lechos de los ríos es devastador. Arrasa con tierra, piedra y arena, socava profundos huecos que nunca son rellenados.
Detrás de esta anti-ecológica práctica, pasan los hombres y mujeres recogiendo el oro que puedan encontrar a su paso.
Aunque puede considerarse una manera más fácil de recoger un dinero, es incalculable el daño ambiental que se hace. Por eso, para no continuar con ésta práctica, varias familias de la zona se unieron par trabajar de una sola manera, que respete al medio ambiente.
La labor de la Fundación Oro Verde, ha permitido que ese asocio de familias, que suma 700 mineros artesanales, se vuelva una vida digna. Ellos lograron una autonomía que les permite conservar sus raíces, al tiempo que su trabajo es benéfico para el medio ambiente.
El Programa compra los metales a las familias y los vende en países como Estados Unidos, Canadá, Alemania, Australia, Dinamarca, Francia, Holanda y Reino Unido. El minero recolecta el oro o el platino y lo lleva a la asociación, donde se le compran, al precio del día, sus gramos. Como valor agregado, se le da un 15% de prima por haber conseguido el metal con respeto ecológico; con ese dinero se forma un fondo comunitario de reinversión social, que usan para repartir ganancias entre los asociados.
Los artesanos de Oro Verde del Chocó fueron galardonados este año con el premio internacional SEED a la mejor iniciativa de desarrollo sostenible, siendo la primera vez que la distinción recayó en un proyecto minero. El SEED (Apoyo a emprendedores para el desarrollo sostenible) es una iniciativa formada por organismos internacionales, entre ellos el PNUD de las Naciones Unidas; organizaciones multinacionales de la sociedad civil y los gobiernos de ocho países.
APOYO DESDE EL EXTERIOR
Gracias al apoyo de gente como Toby Pomeroy, un joyero estadounidense, pueden hacerse realidad estos sueños de los mineros chocoanos. Él conoció la iniciativa por la página web de la Fundación (www.greengold.org), supo del trabajo con la comunidad y la responsabilidad social que ello generaba.
Éste hombre de 65 años vive en Oregon, uno de los estados más limpios, organizados y ecológicamente mejor preservados de EE.UU. El manejo limpio de las basuras y el reciclaje de vidrio, latas y plástico; les sirvió para recibir el premio al Estado con mayor conciencia ecológica de su país. Su ciudad, Corvalis, con cerca de 50.000 habitantes, tiene un nivel de vida alto, con ríos limpios, zonas verdes y una pulcritud como bandera de vida.
Pomeroy tiene una empresa con cinco personas a su cargo, que elabora una línea de ‘joyas ecológicas’, hechas a partir de la recolección artesanal de metales preciosos, o con el reciclaje de joyas usadas y desechadas. Él vino a conocer el trópico, la selva y la gente a la cual le compra el oro ecológico. “Colombia es mucho más de lo que había imaginado, sabía de lo malo: la violencia, la droga y todo eso; pero el país es selva, biodiversidad, belleza natural, calor humano. Es un país virgen, natural; su gente es hospitalaria y la gente del Chocó es feliz con lo que tiene”, dice al relatar su experiencia.
En la Fundación Oro Verde Pomeroy encontró una oportunidad de apoyar los esfuerzos de los mineros del Chocó y vio que es posible mejorar el mundo ayudando a la comunidad y al medio ambiente.
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